Una vez conseguida una amplia colección de grabaciones de origen ético, empieza el verdadero trabajo. Cada pista debe someterse a un riguroso proceso de anotación y transcripción, llevado a cabo por un equipo de expertos musicales altamente cualificados.
Esto implica documentar todos los aspectos de la composición, desde el tempo y la tonalidad hasta la instrumentación, los estados de ánimo y las progresiones de acordes. Las principales empresas del sector de la música con inteligencia artificial dedican importantes recursos a proporcionar un nivel de detalle sin precedentes de millones de grabaciones y composiciones.
Estos metadatos son la savia de los modelos de IA, ya que les permiten identificar patrones, aprender de las complejidades de la creatividad humana y generar obras novedosas que amplían los límites de lo posible. Cuanto más completos y precisos sean los metadatos, más sofisticados y matizados serán los resultados de la inteligencia artificial.
Sin embargo, la importancia de este proceso va mucho más allá de la creación de música atractiva: se trata de mantener nuestra responsabilidad con los titulares de los derechos que hacen que todo esto sea posible.
Al invertir en la creación meticulosa de metadatos, las empresas no sólo mejoran la calidad de sus modelos de IA, sino que también demuestran su compromiso con el respeto de los derechos de propiedad intelectual de artistas y creadores. Estos metadatos proporcionan un registro claro y transparente de los orígenes y la propiedad de cada pieza musical y garantizan la precisión musical de los datos introducidos en el modelo.
Al dar prioridad a la creación de metadatos detallados, precisos y de origen ético, se sientan las bases de un ecosistema musical de IA más equitativo y sostenible.
