Elena Roger concibe el arte como una fuerza vital: “El arte eleva el espíritu, hace reflexionar. Es muy importante, la cultura eleva el espíritu”, dice, convencida de que esa es su forma de contribuir a la transformación social.
Aunque asegura que prefiere mantenerse “afuera del mundo de la política”, su respuesta ante el presente de su país es también un gesto: “Lo único que puedo hacer es cantar y elevar el espíritu”, afirma. Desde su mirada, el arte no es evasión, sino una forma de “sanación colectiva”.
“Todos somos ejemplos para el de al lado, no somos solo individuos: compartimos como sociedad. A veces nos quejamos mucho de cómo vivimos, pero no estamos fuera de eso. Hay que hacerse cargo también”, reflexiona. Ese pensamiento, dice, lo aprendió de las mujeres que interpretó a lo largo de su carrera –Evita, Édith Piaf, Mina-, estudiando sus biografías y vidas. “Cada una abrió camino para otras mujeres. Aprendí muchísimo, de lo bueno y de lo malo” de cada una de ellas.
