Con la fama vienen las expectativas, pero Rosé aprendió a no dejarse llevar por la presión. Su sencillo Number One Girl refleja precisamente esta lucha, abordando el impacto de los comentarios negativos en redes sociales.
“Sé que hay mucho ruido en internet, pero también hay gente que realmente me aprecia por quién soy, y eso es lo que cuenta”.
A lo largo de los años, desarrolló una relación más sana con su imagen pública. “No me obsesiona lo que se dice de mí. Prefiero enfocarme en lo que realmente importa: mi música y las personas que la disfrutan”, explicó.
Aunque sigue atenta a lo que hacen sus fans, evita caer en la trampa de la validación constante. “Algunos incluso escriben fanfics sobre mí. Es divertido ver cómo me imaginan en sus historias, pero al final, yo solo soy yo”.
El proceso de creación de Rosie le permitió conectar con sus emociones sin filtros. “No quise esconder nada. Es un álbum honesto, como una cápsula del tiempo de lo que sentí en este momento de mi vida”, dijo. Para Rosé, abrirse de esta manera fue un ejercicio de valentía.
Más allá de las expectativas externas, su prioridad es mantenerse fiel a sí misma. “No quiero ser una versión fabricada de lo que otros esperan. Prefiero mostrarme tal como soy, con mis miedos, mis alegrías y mis contradicciones”.
