La música nos hace sentir más unidos
La música nos hace sentir más unidos

Existen teorías basadas en la función social de la música, ya que esta favorecería la cohesión del grupo. Para los antiguos humanos, la cooperación y la solidaridad en un ambiente hostil fue clave para la supervivencia. Una actividad grupal placentera como la producción y el disfrute de la música haría que el individuo segregase una alta cantidad de endorfinas, algo que ocurriría de manera conjunta si la melodía es escuchada por varias personas al mismo tiempo. Esta coordinación, al permitir la música la transmisión de sentimientos y emociones básicas, permitiría obtener un “estado emocional generalizado en todos los miembros de un grupo” (Amodeo, 2014).

Diversos estudios afirman que la interacción en grupo a través de la música favorece la empatía, consolida la identidad de la comunidad, facilita la integración en ella y, como consecuencia, mantiene su estabilidad (Amodeo, 2014). Un grupo cohesionado a través de actividades como la música, vería facilitada por tanto su supervivencia ya que promovería la cooperación entre grandes grupos de personas.

Aplicándolo también a nuestros días, la belleza de la música cuando se disfruta en grupo se sustentaría en dos factores. Por una parte, existe un factor biológico que nos permite elicitar emociones compartidas ante, por ejemplo, una misma canción. Esto favorece el sentimiento de filiación mutua (Cross, 2010). El segundo factor está basado en la ambigüedad de la música. Gracias a nuestras capacidades cognitivas tan complejas, el ser humano cuenta con la facultad de atribuir significados a lo que oye en base a su experiencia personal. Debido a esto, además de promover las emociones básicas, la música permite que cada persona dé una interpretación personal a lo que oye, ajustándola a su estado actual.