La musicalidad sería anterior a la aparición del arte y del lenguaje, siendo estos dos últimos propiedad casi exclusiva del Homo sapiens. Los homínidos anteriores al ser humano no tendrían la capacidad mental necesaria para elaborar un lenguaje complejo, teniendo que ceñirse a un sistema de comunicación pre-lingüístico basado en sonidos que cambiaban de ritmo y melodía. A su vez, acompañaban estos sonidos con gestos y movimientos, representando en su conjunto significados simples sobre las emociones que querían hacer llegar a sus compañeros (Mithen, 2005). A pesar de que para alcanzar el nivel actual aún quedaba un largo camino en la historia, la música y el lenguaje verbal tendrían su punto de partida primitivo aquí.
Sin embargo, aunque la música y el lenguaje verbal tengan un origen común, existe una gran diferencia entre ambos. Los sonidos que asignamos a las palabras no guardan ninguna relación con el significado de estas en la vida real. Por ejemplo, la palabra “perro” es un concepto abstracto que se ha atribuido a este mamífero de forma aleatoria a través de la cultura. La ventaja del lenguaje sería que determinados sonidos pueden hacer referencia a proposiciones muy precisas. Por el contrario, los sonidos de la música serían en cierta forma naturales y podría decirse que: “la música parece significar lo que suena” (Cross, 2010) aunque el significado de esta suela ser ambiguo y no pueda ser expresado con palabras exactas.
Al respecto, investigadores de la Universidad de Sussex (Fritz et. al, 2009) realizaron un estudio transcultural como apoyo a esta tesis. En su investigación, estudiaron el reconocimiento de tres emociones básicas (felicidad, tristeza y miedo) presentes en diversas canciones occidentales por parte de los miembros de la tribu africana Mafa, que nunca habían tenido contacto con otras culturas y, por supuesto, nunca habían escuchado las canciones que se les presentaron. Los Mafas reconocieron las canciones como felices, tristes o que provocaban miedo, por lo que parece que estas emociones básicas también pueden ser reconocidas y expresadas a través de la música.
En resumen, una de las principales funciones de la música, en sus orígenes, pudo ser la inducción de estados de ánimo en otras personas (Cross, 2010), lo que puede servir para intentar modificar el comportamiento de los demás en base a unos objetivos.
